Hoy, ya que de momento no puedo deciros mucho más acerca de mi futuro erasmus ya que estoy a la espera de todo, me gustaría compartir con vosotros un texto que encontré en un blog de internet sobre lo que significa irse de erasmus y que me pareció que definía muy bien la sensación de un futuro erasmus sea cual sea su destino:
Una carta a todos los padres erasmus del mundo:
Me voy de Erasmus. Os lo digo de
antemano y sin saber gran cosa de esto. La Erasmus es una beca europea para
desarrollar el intercambio entre estudiantes de universidades europeas. El
programa está muy asentado, y al parecer los resultados son bastante buenos.
Los acuerdos entre universidades facilitan mucho que aunque no haya un
correspondiente directo de mis estudios en otra universidad, pueda estudiar
algo del área de mi especialidad o que curse asignaturas de otras materias para
así tener la ocasión durante un año de probar un poco de las carreras en las
que no me matriculé.
Llegaré a un país más frío que éste, eso seguro, pero no me importará. Todo
será nuevo, las calles tendrán otra luz, la gente otras caras, el ruido será un
puñado de sonidos desconocidos para mí. Puede que no entienda nada, puede que
no hable la lengua y trate de hacerme valer en spanglish, pero eso
sólo supondrá el primer paso en el aprendizaje. Tendré que armarme de paciencia
con los secretarios de otro país que hablan en otro idioma y me lanzan impresos
en otro idioma y me dicen que lo he hecho todo mal en otro idioma. Con todo,
sonreiré.
A los dos días, puede que el mismo día, me invitarán a la primera fiesta. Allí
conoceré a los que serán mis mejores amigos, porque está demostrado que el ser
humano es muy de dejarse arrastrar por las primeras impresiones. En esa fiesta
habrá alcohol, música tecno europea y éxitos internacionales que corearemos sin
atino. De pronto, me encontraré en medio de un mogollón de gente que hable en
un batiburrillo de idiomas, con su lío de nombres y de caras distintas a las
nuestras. Será bonito tratar de hacer amigos, de volver a empezar, borrón y
cuenta nueva. No tendré prejuicios, y los que tenga, me los quitará el tiempo.
Habrá cristianos y musulmanes, judíos, ateos, rubios, morenos, blancos, negros,
¡pelirrojos con pecas!, de derechas, de izquierdas, extrovertidos, tímidos,
feos, atractivos, homosexuales, heterosexuales, asexuales, bisexuales,
ruidosos, silenciosos, gente bien, gente mal, mala gente, los habrá que harán
un cambio significativo en mi vida. Cuando vuelva, seré un poco de todo
(cristiano, musulmán, judío, pelirrojo, negro, asiático, alto y bajo, gordo,
delgado, gay, hetero, ruidoso, eso no lo cambia nada, buena gente, mala gente,
pecoso), porque dejaré que todos ellos me dibujen un poquito, me escriban entre
todos, digan lo que soy, lo que seré, lo que he sido.
Ésa sólo será la primera de muchas fiestas. Fiestas donde beberé, fumaré,
pondré a prueba los órganos que me habéis dado, porque tengo la edad de hacer
eso, de ser irresponsable y de cargar con las consecuencias de una mala noche,
de llorar en el servicio de la discoteca, de probar labios, lamer cuellos,
romper límites, extraer lo mejor de la noche, sufrir lo peor de la noche,
bailar sin vergüenza, cantar sin ritmo, pertenecer a la pista como si hubiera
nacido ahí, porque eso también es aprender, y mejor aprenderlo en otro idioma,
porque no se puede aprender nada más bonito en otro idioma que decir te quiero:
I love you, Je t'aime, Ich liebe dich, Maite zaitut, Quero-te, Ti amo,
T'estimo, Jeg elsker dig, Vos amo, Ana Behebeak, Minä rakastan sinua, Taim i'
ngra leat, Ta gra agam ort, Mi amas vin, te quiero, tequiero, ¡te quiero!
Y es que puede que me enamore. Puede que nos conozcamos en una fiesta o en
clase, o en el club de fotografía de la universidad, que nos miremos a través
del objetivo y caigamos rendidos antes del primer click. Puede que visite a un
amigo croata que está conmigo de Erasmus y aun así me enamore, aunque el tiempo
esté contado, porque a veces esos son los amores más grandes, y nos haremos
promesas, cientos de promesas entre besos, miles de promesas entre polvos, y
luego iremos rompiéndolas todas una a una, y cada promesa rota supondrá
acordarme de todo, de la ciudad, de los amigos, de la cama, de los labios,
acordarme de lo que nos decíamos, y con todo habrá valido la pena. Puede que lo
intentemos; que cuando termine la estancia decidamos tratar de superar la
distancia y el tiempo hasta que algo se rompa dentro de uno de nosotros, algo
frágil, pequeño, y decidamos mudarnos al país del otro, años después, y qué, y
qué, ¿y qué?, daré gracias cada segundo de mi vida a haberme ido de Erasmus.
Pero no os quiero contar cuentos, la verdad es que puede que nada de eso
ocurra, que vea parejas romperse a todas horas, cuernos y cuernos, mentiras,
traiciones, pero qué más da, la vida no nos enseña eso, y mi Erasmus será un
manual minucioso sobre el amor y las relaciones de pareja y eso no tiene
precio.
La beca será poco dinero, lo sé, por eso voy a trabajar este verano. Cuando
llegue, intentaré encontrar un curro que no me quite mucho tiempo, a saber,
hostelería, servicios universitarios, aunque desista y al final no
trabaje, pero siempre se sale adelante, en serio, todo el mundo lo logra, no
vamos a ser menos. Con lo cara que es la universidad en el extranjero en
comparación con España, pagar los créditos aquí es una ocasión única para estudiar
en una institución prestigiosa a precio de saldo. Además, ahí tendré la ocasión
de conocer profesionales increíbles, profesores motivados, alumnos entregados a
lo que hacen, y tal vez se me pegue el entusiasmo, porque la excelencia se
aprende, no se compra. Prometo no faltar a clase, o al menos no faltar tanto
como aquí, ya que no tendré demasiadas clases, y trabajar para dar lo mejor de
mí. Cuando acabe el curso, entenderé otro idioma y seré capaz de seguir las
clases en inglés como si fuera lo más normal del mundo.
Conoceré a un colega cinéfilo y a una chica melómana. También a una francesa
melancólica que escribe postales a su familia y amigos. Cuando nos separemos,
me las escribirá a mí y lloraré sin consuelo con cada recuerdo compartido. El
cinéfilo me hará ver cine indie y europeo, corrientes de las que sólo había
oído en la tele, y la melómana me regalará todos los días un CD recopilatorio
según el estado de ánimo, música en otros idiomas, con otros ritmos, música que
sabe a especias y huele a humo traído de lejos. Se acabó la historia de
siempre, aprenderé tanto o más fuera que dentro de las aulas.
Viajaré. Viajaré no sólo por el país, sino por toda Europa. Viajaré no sólo
durante la Erasmus, sino durante toda mi vida. A visitar a Clem en Suiza y a
Steffy en Budapest, a Joni en Finlandia, a Roberto en Italia, a Jin al sur de
China, Adam en Estados Unidos, Haley en Australia... esto me pondrá el mundo a
mis pies. Nuestra casa, también lo advierto, se convertirá en un albergue
internacional. Constantemente parará gente de todas las culturas y países en
nuestro salón (el colchón que tengo debajo de la cama se amortizará más aún),
os traerán detalles de medio mundo y os querrán como si fuerais sus padres,
porque durante unos días lo seréis. Os llenaré el mundo de hijos de todas
partes, con otras caras, otros ojos, otras voces. Nuestra casa será una
orquesta perfecta.
Pero ya basta. Podría no parar jamás, y eso no es justo. No quiero desvelaros
mi vida antes de que todo ocurra. Sólo os quería dar una idea de lo que
supondrá para mí irme de intercambio a otro país, estudiar en otra universidad.
Como veis, prima lo humano sobre lo académico. Es evidente, ya tendré tiempo de
apagarme, pero no ahora. Ahora toca viajar, irme lejos de vosotros, escribiros
cartas, e-mails, postales desde muchas ciudades. Ahora toca ser libre. Gracias,
papá, mamá, porque con este permiso me hacéis más libre. Cuando vuelva, seré
otro. Europa os robará un hijo, pero os devolverá otro más grande. Ése es el
trato.
Os quiero,
tu hijo/a.
Blog donde encontré el texto: Instrucciones para un erasmus cualquiera:
http://soyunerasmus.blogspot.com.es/2012/11/una-carta-todos-los-padres-de-erasmus.html
¡Nos vemos en la próxima entrada, y espero tener novedades!